Mindfulness

¿Qué es?

Es el arte de vivir conscientemente en el presente, a través de un estado mental  de atención, de apertura,  y de aceptación de las experiencias que se nos presentan. Facilita poder responder de forma consciente en lugar de reaccionar de forma automática a las situaciones de la vida diaria y a la propia interioridad. Implica dejar de lado los juicios de valor, sobre lo que estamos presenciando o sintiendo, ideas preconcebidas, creencias aprendidas y estar dispuestos a vivir de forma nueva, libre, sabia y amorosa.

 

Tiene sus raíces en la tradición budista, cuyo objetivo siempre ha sido y es el desarrollo de la persona para una vida feliz y plena. La palabra mindfulness es una traducción al inglés de la palabra sati de pali (lengua en la cual se registraron originalmente las enseñanzas de Buda),  que significa  conciencia, atención e  intención. No tiene traducción literal al español; se puede entender  que se trata de mantener  “la mente llena” de las experiencias del momento presente, focalizada en lo que estamos viviendo en “ el aquí y ahora”, en contraposición de la mente distraída, dispersa. Sin embargo, su filosofía y las técnicas no tienen nada que ver con ninguna religión, son totalmente seculares e universales.

Se trata de volver a un estado natural de la mente humana, que  las personas perdemos al vivir  constantemente ocupados, dispersos y focalizados hacia fuera. Es un camino de vuelta a nuestra verdadera naturaleza, de desarrollar habilidades en afrontar el mundo y a la propia interioridad de forma sabia y saludable. Conduce a recuperar nuestro centro, estabilidad emocional, interés y aprecio por la existencia.

¿Cómo se practica?

De dos formas muy sencillas y asequibles para casi todos:

  • En meditación formal,  destinando un tiempo breve al día para parar otras actividades y practicar unas determinadas técnicas de cultivar la atención plena (en posición sentada, tumbada o caminando).
  • En la vida diaria, aprovechando cualquier momento, cualquier actividad que desempeñemos para prestar atención a lo que ocurre dentro y fuera de nosotros y desarrollar la consciencia plena.

Requiere un mínimo de compromiso y disciplina.

 

¿Qué beneficios tiene la práctica de mindfulness?

Numerosos estudios científicos que han demostrado que:

Las aplicaciones específicas de mindfulness mejoran la capacidad de regular las emociones, de combatir las disfunciones emocionales, de reducir pensamientos negativos,  mejoran las pautas cognitivas (Siegel, 2010); mindfulness potencia la capacidad de ser testigo  de los pensamientos  y emociones de modo que no se reaccione impulsivamente ni destructivamente (Boorstein, 1996); Mindfulness y las habilidades de minfulness se asocia con estrategia de regulación adaptativas, incluida la aceptación y el dejar ir los pensamientos negativos (Brown y Ryan, 2003); produce  un mayor equilibrio emocional y una regulación de las emociones más efectiva frente a eventos y experiencias emocionales problemáticas;

Su práctica mejora el funcionamiento del organismo; hace que los procesos de curación, de respuesta inmunitaria, funcionen mucho mejor; disminuye la reactividad al estrés y aumenta la sensación general de bienestar físico(Siegel, 2010)

Aumenta la capacidad de percibir las señales emocionales no verbales de otros, de sentir sus mundos interiores, lo que constituye la base para entender sus puntos de vista y generar empatía y compasión (Siegel, 2010)

Estos beneficios se hacen evidentes si tenemos en cuenta que esta forma de atención puede  modelar directamente la actividad y el crecimiento de aquellas zonas del cerebro que son responsables  de las relaciones personales, de la vida emocional y de la respuesta fisiológica al estrés (Siegel, 2010)

Citaremos algunos de estos estudios científicos:

En 2003 Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin en Madison, y Jon Kabat-Zinn, de la Universidad de Massachussets , junto con su equipo, descubrieron que ocho semanas de entrenamiento de meditación para la atención plena, una hora diaria, seis días a la semana (el programa de reducción de estrés basada en minduflness , conocido como MBSR) producía cambios duraderos en el cerebro y en el sistema inmune, ayudaba a regular las emociones de una modo más positivo mediante la aproximación y no a través de evitación. Los registros de los electroencefalogramas mostraban que los meditadores habían incrementado la activación en la corteza prefrontal izquierda del cerebro, área  asociada a las emociones positivas. El análisis de sangre demostró que la meditación influyó de forma significativa en el fortalecimiento de su sistema inmune. El programa  MBSR se había aplicado ya anteriormente (desde finales de los años 1970 a personas con gran variedad de enfermedades crónicas, desde problemas cardiacos a psoriasis y se demostró que contribuía a la aceleración de proceso de curación, fomentaba las relaciones interpersonales y ayudaba a alcanzar una sensación general de bienestar (Kabat-Zinn,2009)

En un estudio llevado a cabo con adultos sanos que participaron en un curso intensivo de 10  días de duración, Chambers et al. (2008)descubrieron que, en comparación con los participantes del grupo de control, los que siguieron el curso mostraron aumento significativo de mindfulness en las escala MAAS, reducciones importantes en la afectividad negativa, rumiación reflexiva y síntomas depresivos.

En cuanto a influencia de mindfulness en las evaluaciones afectivas, Arch y Craske (2006) utilizaron un ejercicio de respiración centrada para inducir un estado de mindfulness, mientras dos grupos de control experimentales recibieron inducciones de atención y preocupación no centradas. Las personas que recibieron inducción de mindfulness mostraron una reactividad menos negativa y menos volatilidad emocional al visionar unas diapositivas con carga afectiva y una mayor voluntad de mantener el contacto visual con imágenes más desagradables, en relación con los grupos de control. Este estudio también ha revelado que los individuos que reciben instrucciones de mindfulness mantienen respuestas moderadamente positivas de manera consistente frente a imágenes neutras, mientras que los grupos de control responden más negativamente a dichas imágenes, proporcionando así una base para afirmar que mindfulness ayuda a proteger contra el  procesamiento de las experiencias con connotaciones negativas(Didonna, 2011).

En cuanto a regulación emocional, Mathew Lieberman, junto con su equipo descubrió que ser consciente de la emoción que sentimos y ponerle nombre (etiquetarla con palabra), habilidades que facilita mindfulness, aumenta la actividad en la corteza ventrolateral derecha, lo que aumenta la activación en el centro ejecutivo del cerebro llamado corteza prefrontalmiedial, que reduce la actividad de amígdala. Esto supone  menos reactividad y mejor regulación y más equilibro emocional (Siegel, 2010).

Richard Davidson y sus colegas han estudiado en profundidad el impacto que ejerce mindfulness sobre la regulación emocional. Según estos estudios mindfulness puede influir directamente sobre la no reactividad, alterando las conexiones entre corteza prefrontal del cerebro (donde se desarrollan procesos cognitivos) y zonas límbicas (donde se disparan las emociones) (Siegel, 2010).

Hay muchos otros estudios que demuestran la efectividad de mindfulness para el cultivo de las habilidades de inteligencia emocional y para la mejora de la salud de la persona en general.

Renata Grzebielucha

Entrenadora emocional.